Isaac Asimov – Yo, robot [Reseña]

Entre los tres grandes autores de ciencia ficción, Isaac Asimov es, con seguridad, el más conocido y destacado. Ya sea por lo atrapante de su pluma o por el riguroso contenido científico que podía presentar de forma simple en su narrativa, este escritor norteamericano pudo marcar un precedente en el devenir y consolidación del género. Y, dentro de su amplia producción literaria, destaca la afamada Serie de la Fundación, un conjunto de 15 obras, las cuales se dividen en tres series: Serie de los robots, Trilogía del Imperio Galáctico y Ciclo de la Fundación.

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La primera de estas tres series mencionadas inicia con Yo, robot, una compilación de relatos unificados bajo la temática (¿o problemática?) de la relación de la humanidad con los robots en un futuro no tan lejano. El libro se desarrolla desde la perspectiva de un corresponsal de la Prensa Interplanetaria, el cual mantiene una serie de diálogos con la robopsicóloga Susan Calvin. De esta forma, el lector puede ir conociendo las diversas historias que se presentan. Pero, más que una simple síntesis de los nueve cuentos presentados por Asimov, quisiera desarrollar de forma concisa, en este pequeño espacio, lo que la misma representó para su época y los dilemas morales y éticos que pueden desprenderse de la obra.

En ese sentido, resulta oportuno señalar que Yo, robot fue publicado originalmente en 1950, en un contexto histórico marcado por la polarización de la Guerra Fría, la carrera armamentística y los avances tecnológicos. Claramente, Asimov se nutrió de estos elementos y, sumados a su sólida formación académica, pudo concebir una obra visionaria para su época. Pues, la proyección de un escenario donde la humanidad convive y recurre a los robots para solucionar sus problemas inmediatos resulta fácil de imaginar hoy en día. Sin embargo, si emprendemos el ejercicio de retroceder 60 años en el tiempo, plantear un futuro de este carácter no resultaría tan “lógico” y, con seguridad, sería tomado a modo de burla.

Asimov pudo ver más allá de los adelantos tecnológicos de su década, identificando en ellos el patrón lineal que reside en el desarrollo de la ciencia, proyectándolo en el tiempo y calculando los años en los que probablemente se emprendería y consolidaría la robótica. Además, su propuesta narrativa no se desenvuelve de forma aislada, recurriendo exclusivamente a la creatividad literaria, sino que se fundamenta en sus propios conocimientos científicos y, a su vez, implementa ideas interesantes como los cerebros positrónicos y las tres leyes de la robótica.


Las tres leyes de la robótica

  1. Un robot no puede dañar a un ser humano o, por su inacción, dejar que un ser humano sufra daño.
  2. Un robot debe obedecer las órdenes que le son dadas por un ser humano, excepto cuando estas órdenes se oponen a la primera Ley.
  3. Un robot debe proteger su propia existencia, hasta donde esta protección no entre en conflicto con la primera o segunda leyes.

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Y, específicamente, bajo ese último punto se desenvuelve gran parte del nudo de las historias y, con ello, los dilemas de los que hablaba en un inicio. Pues, a pesar de la claridad que poseen las tres leyes de la robótica, en la práctica, la relación de los robots con su entorno inmediato (donde se incluye a los seres humanos) se torna más compleja de lo que se presenta en la teoría. Los problemas cotidianos, la dinámica de interacción con la (imprevisible) humanidad y el potencial “raciocinio” con el que cuentan estas máquinas, complica en demasía la predicción de su comportamiento y, en algunas ocasiones, pone en tela de juicio nuestra posición, como especie humana, en la jerarquía del universo. Quizás allí radique uno de los mayores atractivos de Yo, robot: discutir el aparente predominio antropocéntrico sobre el planeta y preguntarse por los potenciales antagonismos que pueden desarrollarse en el futuro.

¿Hasta qué punto resultaría beneficiosa la dualidad hombre-máquina para los fines que perseguimos en este planeta? ¿Será esta, acaso, una relación dicotómica o, más bien, de interdependencia? ¿Qué tanto de nuestro carácter humano podrá ser cuestionado tras el desarrollo (cada vez más) complejo de los robots? ¿A largo plazo, la cesión de “soberanía humana” a favor de las máquinas terminará poniendo en riesgo nuestra existencia? Tal vez la robopsicóloga Susan Calvin no se equivocó al afirmar que, realmente, la humanidad nunca tuvo en su poder el verdadero control sobre su futuro. Tal vez los conflictos entre seres humanos han sido evitables hasta el momento y “¡solo las Máquinas, a partir de ahora serán inevitables!”.


Valoración: 3.5/5.0
Ficha técnica
Autor: Isaac Asimov | Título: Yo, robot
Año de publicación: 1950 | Editorial: Debolsillo
Número de páginas: 376


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