Merlín es egresado de la especialidad de Historia de la Universidad Nacional Federico Villareal y, desde hace poco más de un año, dirige La biblioteca de Merlín, un canal de YouTube enfocado en la difusión de la historia y los libros. Cátedra Libre tuvo el agrado de conversar con él en torno al origen de su proyecto cultural, la relación con sus seguidores y su opinión sobre el término influencer.
¿Quién o quiénes están detrás de La biblioteca de Merlín?
Como todo buen proyecto cultural, estoy solo. Estás conversando con la única persona detrás de La biblioteca de Merlín. El proyecto en sí mismo no tiene mucho tiempo, es relativamente nuevo, creo que alrededor de un año y medio. Y básicamente lo que ves es lo que hay. Yo soy el que edita, el que decide qué tema va o no, el que busca la bibliografía, etc. Es decir, me encargo tanto de la parte académica como de la audiovisual. Soy egresado de la carrera de historia por la Universidad Nacional Federico Villareal y egresado de audiovisuales por YouTube.
¿Cómo nace tu pasión por los libros?
Hay mucha gente que tiene pasión por los libros, pero son malos comunicadores. Al igual que muchos con pasión por las comunicaciones, pero sin interés por los libros. Personalmente, no me considero un buen comunicador ni un buen apasionado por los libros, pero intento juntar un poco de los dos.
¿De allí surge tu deseo por querer emprender un proyecto cultural?
Este proyecto nació como una forma de protesta hacia el elitismo de las Humanidades, que incluso pareciera que no son pensadas para personas de cono como yo, que vengo de Villa el Salvador (VES). Pues, lo que usualmente se piensa cuando alguien acaba el colegio es que estudie una carrera “funcional”, una carrera que le sirva realmente, no una carrera de Humanidades. En mi caso, decidí estudiar Historia por una cuestión personal: me gusta averiguar el pasado de las cosas. Sí, suena cliché, pero es la verdad. Entré a la carrera con la idea romántica de investigar y estar rodeado de libros.
Sin embargo, no pasa así necesariamente, pues la investigación requiere presupuesto y tiempo. Entonces, conforme fui avanzando en la carrera me terminé haciendo la pregunta que se hacen todos cuando llegan al último año: y ahora, ¿qué voy a hacer? La mayoría de estudiantes termina dedicándose a archivo o a docencia. O los más radicales ponen su propio negocio. Yo no quise ir a archivo pues soy alérgico al polvo y opté por el lado de la docencia, una manera de no desligarme de lo que podía saber. De todas maneras, me obliga a estar en constantemente repaso.
Es a partir de allí donde viene otra incomodidad sobre la carrera. Lamentablemente, una gran mayoría de la comunidad historiadora peca de esnobismo; no querer salir de las fronteras del círculo de los intelectuales. Recuerdo que había congresos de Historia en los cuales obligaban a los alumnos a ir porque si ellos no iban, no iba nadie. Y ese es el dilema de las Humanidades: ¿por qué no hay gente? Hay que ser realistas, los académicos no son muy buenos comunicadores. Yo tampoco me considero un buen comunicador, pero tengo experiencia como docente. Y gracias a eso aprendí a llamar la atención de la gente. Con la Biblioteca pensé en convertir el lenguaje académico de los historiadores en un lenguaje popular y cotidiano. Y no me pueden decir nada en contra de ello, pues yo soy popular, yo vengo del populorum. Fue así cómo nació el proyecto.
Quisiera comentar que el proyecto tuvo varias fases. Primero, una etapa de reseñas de libros, pues muy aparte del tema de historia también me gusta mucho la literatura. Pero luego me di cuenta que eso no iba a despegar nunca y por ello pasé a otro formato centrado, esta vez, en la historia. Una de las causas principales fue que dentro de la carrera existen cosas alucinantes pero desconocidas por muchas personas o incluso varios profesores de historia. Los académicos no hacen el esfuerzo de conectar con la gente. Quise romper el círculo, por así decirlo. Estoy feliz porque el proyecto, al parecer, funcionó, veo que está en repunte y, por supuesto, voy aprendiendo a lidiar con ello.
Sobre el tema del nombre del canal, vi que antes tenías otro ¿a qué se debió el cambio?
Sí, antiguamente se llamaba Oso de papel. Y, en realidad, el canal pasó por cambios de nombre alrededor de 4 veces. Como te comento, no soy experto en marketing y lo que hago, básicamente, es ensayo y error. Aprendí a desenvolverme de esa manera. Aunque, dicho sea de paso, al empezar tenía algunas nociones porque casi todas mis exparejas han sido comunicadoras. De allí, he ido aprendiendo ciertas cosas. Luego empecé a aplicar lo que iba leyendo. Ahora, ese primer nombre fue tomado en 5 minutos, vale la aclaración.
Por otro lado, el paso para escalar a YouTube fue otro tema, pues yo realmente no quería hacerlo. Pensaba: quién me va a ver, qué interés puedo dar yo, ni presencia tengo. Por eso es que al inicio no aparezco yo, solo mis manos.

Recuerdo que por ese entonces me agarró la crisis de los 30, ese momento en el que te preguntas qué has hecho con tus poderosos años 20. ¿Qué he hecho? He terminado de estudiar Humanidades, en mi cabeza tenía planeado hacer todo un cambio y ahora estoy trabajando para el sistema. Y una tarde conversando con mi pareja, le dije: oye, sabes, tengo pensado hacer esto, me creerás ridículo, pero quiero hacerlo. Tras comentárselo, me brindó su apoyo y así, tras una siesta por la tarde, cogí algo de dinero –entre 10 a 20 soles–, tomé los chinos (los buses que transitan por mi casa) y me dirigí a la chanchería, un mercado conocido de VES, a comprar un metro de franela y un trípode de celular. Al regresar a casa con los productos, grabé y colgué los primeros videos y se puede decir que salieron decentes. No tienen cortes pues los grabé de corrido en una sola toma.
Posteriormente, quise llevar el proyecto a otro nivel y empecé a sacar mis ahorros para comprar una mejor cámara y mejorar el CPU. Siendo sincero, no pensé que el proyecto iba a repuntar tanto en tan poco tiempo: en Facebook ya vamos a llegar a los 100 mil seguidores y algunos videos han tenido reproducciones bárbaras. Creo que el video que más vistas tiene en esa red social es el de la Historia de las marchas, sobrepasando el millón de reproducciones. Inclusive, me piratearon en provincia.
En líneas generales, el proyecto ha repuntado. En los directos que hago, por ejemplo, hay un promedio de 500 personas. ¡500 personas en un directo de cultura! Y eso que realmente no soy tan conocido. Auguro buenas cosas para el canal y espero que de verdad se puedan concretar.
Creo que el primer video donde sales tú es el que se centra en la peste negra…
¡Sí! ¡Quiero resubir ese video! Recuerdo que lo hice con guion, pero tras esa experiencia nunca más quise volver a tocar otro. Lo que yo hago es hacer anotaciones pequeñas en un papel, de cosas que sí me puedo olvidar como fechas, nombres complicados, pero un guion como tal, no. Cuando recurro a un guion me robotizo. Incluso, tuve experiencia previa en radio, trabajé en dos radios por acá en VES: Estéreo Villa y Radio Santa Rosa. Por esos tiempos conducía un programa de entrevistas culturales. Gracias a ello aprendí a pautear, desenvolviéndome mejor sin un guion de por medio.
Y justo ese video que mencionas es el que quiero resubir, presentar algo más decente. Pues, es un tema bien chévere y de hecho hay información académica de ello. Por ejemplo, está Marcos Cueto, un historiador conocido que tiene el libro de La ciudad y las ratas sobre la crisis de salubridad a inicios del siglo XX y, por supuesto, Juan Luis Orrego de la Universidad Católica.
He visto que tocas temas de historia, literatura y leyendas, ¿planeas dar un paso más incluyendo temas de cine o arte?
Allí quisiera dar una pequeña aclaración. Siendo sincero, sí quisiera hacerlo, pero sería ponerme a mí mismo la katana. Lamentablemente, YouTube no prioriza a los todistas. Cuando publicas diversos temas en un canal, el portal te segmenta a varios puntos, pero no a todos les da la misma difusión. Es decir, a cada uno le brinda poco eco. Por dicha razón, decidí hacer un canal netamente de historia y en los últimos videos ya solo me centro en ello. De esa manera, el algoritmo de YouTube me deriva a un segmento con muchas más personas, las cuales empiezan a compartir. Entonces, por una cuestión marketera, todavía no.
Lo otro es que no quisiera pecar de todista en mi canal. Soy consciente que cuando abarcas mucho, aprietas poco. Creo que detrás del creador de contenido de YouTube, existe una responsabilidad enorme, la cual es llevar contenido veraz y de calidad. Y si uno es un todista no es posible dar la calidad necesaria. No me parece adecuado. Reconozco que en algún momento me equivoqué y terminé haciendo algo así. Por ejemplo, el video sobre el efecto Dunning-Krugger es el único que habla acerca de algo que sale de mi carrera completamente. Pero, a excepción de ese, todos los demás se vinculan con mi carrera o se basan en la bibliografía que yo manejo. Por más que esté necesitado de visitas no puedo ser un todista.
Incluso, en los directos hay personas que me piden que hable sobre alguna ley que salió en un determinado ministerio. Ante ello, siempre respondo que de ello debe encargarse un especialista, no yo, pues mi bibliografía no va a llegar a esos temas. En un afán de conseguir likes puedo terminar desinformando a las personas. Y lo que deseo es que el sello de este canal sea la información veraz. Por eso le pongo mucho énfasis a las fuentes.
Y eso último es algo que no he visto en otros canales de historia, tanto nacionales como internacionales, que no voy a nombrar. Hay una idea errada de que la historia es simplemente un hobby, que alguien puede saber historia porque lo leyó en tal lugar, pero no es así. En la carrera se lleva 1 año y medio de tratamiento de fuentes, pues hay una metodología para acercarse a estas. Por ejemplo, he visto videos que afirman contundentemente algo solo porque tal cronista lo dice, como si una persona fuera consciente de las cosas que pasan en su entorno en tiempo presente. Pero hoy en día encuentras gente que piensa que te van a meter un chip con una vacuna. Por eso, no puedes darle credibilidad irrefutable a alguien y eso, lamentablemente, lo veo de forma regular: tal cronista lo afirmó y entonces esa es la verdad.
Resulta difícil encontrar información contundente. Siempre se trata de hablar en condicional, un podría ser, un quizás. Es normal que varios paradigmas históricos se caigan con el paso del tiempo o se reinventen, como la independencia o Velasco. Por todo ello, trato de darle importancia a las fuentes. Sé que de acá a 10 años mis videos van a ser anacrónicos porque van a aparecer nuevas investigaciones y será trabajo de uno estar constantemente revisando lo nuevo.
Esa es mi idea, mi objetivo en el canal: tratar de hacer del tratamiento de fuentes una prioridad, para que no sea un canal de historia más. Al igual que tú, que a la vieja escuela estás grabando esta entrevista, yo también soy vieja escuela con mi libro y fichando a la antigua, tratando de sacar la información más certera posible. Eso no quita que tenga posibilidades de error porque hasta en las mejores publicaciones hay esa chance de yerro, pero creo que se reduce, de cierto modo.
He notado que tienes una relación bastante buena con tus seguidores a través de los directos y de #BuscandoaMerlín, ¿cómo nacieron estas iniciativas?
Creo que todo nace por la necesidad de buscar nuevas maneras de reinventarse. Yo siempre he renegado del esnobismo de los intelectuales, pues he crecido entre arena y perros de la calle. Entonces, yo sí estoy vinculado de forma directa con la gente. Por eso decidí mostrarme como soy, como me ves en la calle, en los directos, en mis videos y en esta entrevista. Creo que eso, de alguna manera, ha sumado bastante. La gente se ha llegado a sentir identificada.
Y bueno, muy aparte de eso, yo soy bien friki, me gustan bastante los videojuegos, algunos de los cuales son considerados como “lugares de encuentro de gente de pocas virtudes” como el Dota. Siempre bromeo con ello en mis videos y creo que también ha ayudado, pues bastante del público que tengo viene de estos lugares. Simplemente, lo que hago es interactuar con ellos, no me hago problemas. Tal vez de ahí nace esta buena relación: tratar de ser lo más cercano posible a la gente.
Hablando de esto quisiera mencionar una anécdota. Cuando estábamos en el contexto de las últimas marchas en contra de Manuel Merino, fuimos a cenar algo frente al Hospital Loayza con un amigo y su amiga. Durante la comida, la chica me preguntó a qué me dedicaba, a lo que respondí diciéndole que había estudiado historia. Y allí me comentó una de las cosas más irreales que he escuchado en mi vida: “¿existen los historiadores? Yo pensé que los historiadores eran solo viejitos”. Y es cierto, lamentablemente, hay personas que ni siquiera conocen de la existencia de la carrera. ¡Nuevamente, la desconexión enorme entre los historiadores y la gente!
Y esto me olvidé de comentártelo en las primeras preguntas, pero de entre todas las razones para crear el canal, una de las más poderosas fue el epílogo escrito por Fred Rohner en el segundo tomo de Historia secreta del Perú, el cual se titula: ¿Quiénes les fallaron al Perú? Que al leerlo uno puede pensar inmediatamente en los políticos o los militares, pero no, fueron los intelectuales. Pues, son personas con un gran conocimiento, pero con un nulo interés por acercarse a la gente. Ese texto me cambió la vida, pues lo que señala Rohner lo he vivido en carne propia. De allí nace el interés por buscar un mensaje sencillo para las personas.
Ahora, volviendo a la pregunta, la iniciativa de #BuscandoaMerlín se dio gracias a que estuve recibiendo varias donaciones de libros, al punto que ya no tengo espacio para guardarlos en mi biblioteca. Además, varias de las personas que los donan me sugieren emplearlos en sorteos. Sin embargo, el problema de los sorteos es el costo de envío. Además, no hace mucho un amigo de la universidad me sugirió hacer algo así, en tono de broma, debido a que un tiktoker llamado Osito Lima también mantenía una dinámica similar. Tras darle un par de vueltas a la propuesta, lo llamé y le comenté que tenía razón. Y así nació #BuscandoaMerlín.
Al inicio pensé que estaba pecando de optimista, pero contra todo pronóstico la cosa ha salido bien; algunos retos no han durado ni 20 minutos. Yo siempre aviso media hora antes con la intención de no sacar a la gente de sus casas. Solo si es que la persona está por ahí haciendo algo que lo ha llevado a estar por esa zona, puede ganar el libro. Y ya hay gente que me reconoce. En las marchas recientes, por ejemplo, en el bus un chico que cantaba rap social me identificó. Eso me dejó en shock. Y no es que sea botado o creído, sino que no sé, hasta ahora, cómo procesar ese tipo de cosas. Dicho sea de paso, cuando pase la pandemia pienso llevar esta iniciativa a provincia, pues me encanta viajar.
En ese sentido, ¿te consideras un influencer cultural?
Odio el término influencer. Como buen lector de Foucault, estoy convencido que el lenguaje tiene poder. En ese sentido, no me gusta el término, pues está asociado a la promoción de marcas, a estar posando en la mejor parte de mi casa. No va conmigo. Incluso, suelo jugar bastante con mi marginalidad; siempre señalo que vivo en la parte final de VES.
Ahora, tampoco quiero parecer un académico. Hay algunos conservadores y libertarios que me han criticado por llevar el pelo largo, polera y no salir en camisa. Al final, trato de presentarme como realmente soy, lo que ven en los videos. En ese sentido, no me considero influencer; el término creador de contenido sí está bien porque al final de cuentas es lo que trato de hacer. Ahora, cuando converso con algunas marcas les digo que soy eso, creador de contenido, aunque luego me están llamando influencer.
¿Cómo te tomas eso, que algunos sí te consideren un influencer?
Discutir eso es bastante denso, tendría que sacar Las palabras y las cosas y La arqueología del saber. Simplemente le digo a las marcas, llámenme como consideren más oportuno. Con el paso de los años, el término influencer –que dicho sea de paso es un anglicismo– ha ido construyéndose una imagen. Y es que el lenguaje evoluciona con los tiempos; la gente le ha dado el suyo que, hoy en día, se entiende como el de una persona mediática que tiene acceso a públicos. Sí, puede ser algo válido, pero no me gusta.
Es lo real contra lo simbólico. Siento que se ha banalizado demasiado el concepto. Además, nunca me ha gustado esa posición tibia que suelen tener. Por ejemplo, lo de vamos a esperar un poco a los resultados de la marcha para ver si las apoyo o no. Esas, para mí, son tonterías. Yo sí creo que lo primero es lo que te dicta el corazón y luego lo que dicen las estadísticas. Considero que ese fue uno de los secretos por los cuáles la página creció rápidamente. En lo personal, no trato de evaluar todo en términos numéricos. Sigo lo que me dice la intuición.
Con respecto al tema de las estadísticas, ¿las tomas en cuenta al momento de decidir qué lees para producir contenido? ¿cómo organizas tus lecturas?
La verdad es que gran parte de los temas de los videos yo ya los manejaba por mi formación. Historia es una carrera bien teórica, no tiene lado practico. Y ahí la gente, le guste o no, está acumulando un montón de conocimiento. Entonces, lo que hago es administrar en mi cabeza qué tema puede gustar o interesar. Como ya tengo el marco general y los autores, lo que hago es complementarlos con alguna bibliografía. En ese sentido, sí, hago los temas que a mí me gustan; salvo un par de ocasiones donde los videos fueron netamente pagados. Es decir, los sponsors quisieron comprar todo el espacio y me dijeron de qué hablar. Fueron dos ocasiones en específico: el video de la historia de la odontología y el del hombre vs la geografía. Pero, a excepción de esos dos, el resto de contenido han sido de cosas que a mí me gustan e interesan.
Incluso, como primicia, el martes planeo sacar un video sobre la generación arielista, pues hay mucha gente que afirma que es la primera vez en la historia que los jóvenes se ponen la camiseta y no es así; la generación arielista fue también una generación joven que intentó cambiar el Perú desde lo académico –cosa que indudablemente iba a fallar–, tras un periodo de desencanto como fue la Guerra con Chile. De ahí quiero sacar algunos paralelismos entre la generación bicentenario y los arielistas.
¿Qué le espera a La biblioteca de Merlín para el 2021?
Si sale la vacuna, viajar. Además, quisiera retomar Radio Misterio, un proyecto chico que tenía, y acá es donde me voy a pelear con los amigos de la sociedad secular humanista, pero yo sí soy un creyente de los mitos del Perú. Aunque no un creyente ciego, dicho sea de paso. Yo provengo de una familia de campesinos aymaras y desde niño he escuchado unas historias tremendas por parte de mis abuelos. Con el paso del tiempo, ya con ojos de historiador, pensé que si un par de campesinos, que ni siquiera habían acabado el colegio, conocían estas historias con técnicas de producción tan admirables solo había un par de opciones: o mis antepasados fueron los siguientes Arguedas o realmente había pasado o, al menos, algo parecido a lo que me estaban contando. Es por ello que siempre que viajo a algún lugar me gusta hablar con los campesinos y aprender de sus historias.
De ahí nació la iniciativa de Radio Misterio. Al inicio quería buscar antecedentes, sin embargo, el único que encontré fue el de Anthony Choy. Y como no quería hablar de ovnis o reptilianos, saqué una secuencia pequeña los sábados, donde contaba las diversas leyendas del Perú que, en su momento, me habían contado. Además, también pedía a los oyentes que me enviaran sus historias, algo que tuvo bastante recepción. Recuerdo que en ese tiempo llegar a 50 oyentes era una cosa increíble; una vez llegué a los 100 y enloquecí.
En base a eso también tengo pensado sacar un libro que se llame Historia fantástica de Tacna, una recopilación de leyendas de esta ciudad, de las cuales nadie sabe, pues me he metido a conversar con los campesinos de las zonas más alejadas. Quiero sacar este proyecto más adelante. Pero lo que sí va a salir el otro año, calculo en febrero, es mi libro de cuentos. Antes de entrar a YouTube, yo escribía historias de ciencia ficción y fantasía. Incluso por ahí gané un par de convocatorias en Relatos Increíbles. En ese sentido, planeo sacar el recopilatorio de cuentos de la mano de mi amiga editorial ACUEDI, patrocinador eterno del canal. Ahora, sé que no se va a ganar dinero con el libro, pero deseo que, al menos, se difunda.
Y bueno, obviamente, tratar de encontrar nuevas formas de darle más frescura al canal. Quizás añadir animaciones o comprar dos cámaras, elementos que le den más dinamismo. Por ahora, lo único que sé es que quiero viajar y comenzar a hacer pequeños reportes históricos, in situ, como una especie de Misias pero viajeras, pero de Historia.
Muchas gracias por la entrevista, Merlín ¿Te gustaría agregar algo más?
Invitarlos al canal de La biblioteca de Merlín en YouTube y a seguirme en las redes sociales. En Facebook estoy con el mismo nombre y en Instagram como @merlinmirror. Aunque en Instagram no subo contenido académico, por si acaso; es un tanto más personal. Donde sí trato de poner cosas académicas es en la página de Facebook.
Síganme en las redes mencionadas y encantado por la entrevista del día de hoy. Gracias.
Cátedra Libre agradece a Merlín por la cordialidad y el tiempo brindado para concretar esta entrevista. Desde este espacio, le deseamos los mejores éxitos en sus proyectos de difusión cultural.