Cuando hablamos de épica nos viene a la cabeza antiguos cantares como los de Homero o de Virgilio. Sin embargo, la épica está aún más viva y vigente de lo que a veces se cree. Es cierto, como dice el título de este artículo, ya casi nadie lee este género si no es obligado por motivos académicos. Probablemente con sólo escucharlo nos dé pereza de probar con uno de esos poemas tan largos como a menudo lo son.
La épica que vamos a hablar ahora desde luego se trata de la poesía épica, aunque el término épica ha sido utilizado y dividido en subgéneros como la epopeya, cantar de gesta e incluso en algunos estilos narrativos como el mito, la leyenda, etc. Pero la poesía viene a ser la expresión primigenia, que ha tomado diversas formas a lo largo de la historia desde el hexámetro (seis pies, sin rimas) en la antigüedad greco-latina hasta la famosa octava real (ocho versos endecasílabos con rima consonante) utilizada por los renacentistas y por los autores del siglo de Oro Español.

Aunque muchas veces son muy extensos, estos poemas suelen tener un objetivo narrativo: no constituyen poemas líricos, sentimentales o vanguardistas, sino tienen la misión de contar una historia, por lo que siempre puede ser una buena opción para los que no gustan de la poesía más difundida actualmente.
El centro de la historia son las hazañas de algún personaje legendario o muy importante. El poema sirve para ensalzarlo, muchas veces cayendo en la hipérbole. Y esta exaltación muchas veces redunda en el engrandecimiento de un pueblo.
En la antigüedad, solían ser los héroes mitológicos, los héroes terrenales y su relación con los dioses los protagonistas, como en el caso de Homero quien canta la cólera de Aquiles o nos narra las aventuras de Odiseo; Lucano nos dejó un poema donde inmortalizó sobre todo a Pompeyo en su lucha contra César en una de las tantas guerras civiles romanas.
La edad media quiso también ensalzar a sus héroes que lucharon ya no contra dioses o monstruos sino contra otros pueblos; a veces, bendecidos por el Dios en el que creían, tal es el caso de Roldán, caballero de los francos o de Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid.
El poema épico continúa acompañando a la humanidad en su historia. Cuando faltaron los héroes cristianos que enfrentaban musulmanes, aparecieron los “héroes” conquistadores de otros pueblos lejanos y exóticos. Muestra de ello es el poema que escribió Camoens de la nación portuguesa con Vasco da Gama como gran héroe o el poema chileno “La Araucana” que nos narra la historia de la invasión de los mapuches.
El renacimiento italiano, sin duda, nos lega algunas obras memorables que llegan a ser cumbre del género a manos de Ariosto, Boiardo o Tasso. Eligen temas ya pasados como las cruzadas o las guerras carolingias. Servirán de modelo a muchos otros creados en España.

En el siglo XIX el género ya se torna diferente, y es difícil precisar si los poemas épicos todavía subsisten o son simplemente poemas narrativos de diversos temas. “Don Juan” de Lord Byron a pesar de su género algo satírico tiene toda la estructura de una épica o “Los cantos de Maldoror” que no teniendo la estructura poseen la organización por cantos y de un estilo poético. Los héroes ya no son invencibles, mitológicos, campeones del cristianismo; ahora son románticos, transgresores, atormentados o surrealistas.
Les dejo a continuación una lista de mis épicas favoritas. Ya no hay excusa para no disfrutar de este género ya casi extinto. Si les interesa alguna reseña de estos clásicos lo pueden hacer saber en los comentarios.
- La Ilíada y La odisea de Homero
- Las Argonáuticas de Apolonio de Rodas
- La Eneida de Virgilio
- La Tebaida de Estacio
- Farsalia de Lucano
- El cantar del Mio Cid (Anónimo)
- El cantar de Roldán (Anónimo)
- La divina Comedia de Dante Alighieri
- Orlando Enamorado de Boiardo
- Orlando Furioso de Ariosto
- Jerusalén Libertada de Tasso
- La araucana de Ercilla
- Os Lusiadas de Camoens
- Don Juan de Lord Byron
- Los cantos de Maldoror del conde de Lautréamont
Hola la lectura épica si me gusta, me podrías compartir la reseña de El cantar de Roldan, para animarme a leerla, gracias.
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