Elisabeth se desnudó. Ningún pudor existía entre la hermana y el hermano. Esta habitación era una concha en la que vivían, se lavaban, se vestían, como dos miembros de un mismo cuerpo
Jean Cocteau fue un hombre de letras francés multifacético que escribió teatro, poesía, novela, ensayo y hasta fue artista e incursionó en el flamante mundo del cine. Escribió Los niños terribles a los 34 años (1929) según se cuenta en 17 días durante su estancia en una clínica de Saint – Cloud, mientras se recuperaba de los efectos del opio que ingirió compulsivamente luego de tener la noticia de la muerte de Radiguet. La novela tiene muchísimo de sus recuerdos infantiles. Este tema fue muy utilizado por los autores del siglo XX, quizás como manera de escapar de las crueldades de las guerras mundiales. La introducción de esta genial edición de Cátedra te explica los posibles orígenes de los personajes, los recuerdos de colegio de Cocteau, así como el encuentro que tuvo con una pareja de hermanos que quizás utilizó de modelo en su obra.
La historia trata fundamentalmente sobre la vida de dos hermanos: Paul y Elisabeth. Cuando en el colegio de la ciudad de Monthiers (Instituto Condorcet) Paul sufre una paliza de parte del alumno Dargelos quien le lanza una bola de nieve al pecho, las cosas empezarán a cambiar. Dargelos se nos presenta como un semidiós, muy atractivo y sobre todo con un «orgullo moral» que cautiva a casi todos sus compañeros de clase. Hay un grado de atracción que siente Paul por él. Luego, su amigo Gérard, que a su vez tiene un afecto por Paul se encarga de llevarlo a su casa donde lo espera su hermana Elisabeth.
Y así empieza una serie de situaciones que podríamos llamar infantiles entre este trío de personajes a los cuales se les sumará luego Michael y Agathe. El título de Niños terribles puede inducir a pensar en un grupo de colegiales tal vez vivarachos y libertinos. Pero más que todo es una relación de hermandad y amistad. Si es que se le puede llamar así.
Los jóvenes, que bordean entre 15 y 17 años, comparten muchas cosas en común: sobre todo su gran inmadurez y su despreocupación por el mundo real. Las circunstancias son las que no van a permitir de alguna manera que puedan desarrollarse o adquirir responsabilidades. Durante la lectura pareciera como si estuviesen encerrados en una obra de teatro, hay nula interferencia casi del aspecto social en sus vidas, pero ése es el efecto que el autor quiso transmitir y lo hace muy bien. Viajamos a través de sus relaciones inmaduras, insultos, juegos, rencillas y manipulaciones. Toman decisiones de adultos pero siempre desde un punto de vista infantil.

La novela es corta y relativamente sencilla. Hay mucho que destacar si lo analizamos por partes o por decir de alguna manera más allá de la trama que es entretenida. Hay bastante simbolismo en toda la obra, si uno se fija en algunos elementos aparecen en casi toda la obra, uno de ellos la bola blanca y la bola negra. La presencia de Dargelos es casi «nula» en la historia, sin embargo, es un elemento que está presente en los afectos o sentimientos de los personajes principales. Hay algo de surrealismo en las descripciones por momentos pero que me parecieron de mi gusto, no tergiversan demasiado la historia ni se mete en caminos intrincados, ni tampoco hay demasiada artificialidad. Pocas frases me encantaron pero los episodios descritos logran el efecto de estar en la historia y comprender a los personajes o por lo menos las sensaciones que experimentan, lo que ven, lo que sienten, o lo que maquinan. La obra es muy armoniosa; como digo, son detalles que se pueden escapar porque uno casi siempre valora el argumento y las frases. Pero existen situaciones similares, complementos, parejas y sub parejas, empieza casi como termina esta pequeña obra. Hay también algunos temas tabúes como una relación aparentemente incestuosa entre los dos hermanos que nunca se llega a decir con todas las letras y la interpretación puede ser de cada uno.
El final a mí me pareció muy bueno, a pesar de que se dice que en vida Cocteau recibió malas críticas por esa parte en específico. En realidad, parece una historia surrealista en medio de la realidad, y la realidad por momentos parece no afectar a los personajes que parecen pasearse dentro de sus temores, perversiones y obsesiones eternamente. El ambiente es estrecho y asfixiante pero no impide el desarrollo de relaciones complejas entre cada uno de los personajes, de los cuales destaca claramente Elisabeth quien por momentos toma la imagen de una madre considerada, una heroína de tragedia, un amigo de barrio o un monstruo de celos. Suceden eventos terribles pero que no lo parecen tanto como si la rutina y el espacio malsano absorbiese todo ello y dota de un aroma inefable la existencia misma.

En 1950 se estrenó una película producida por Jean-Pierre Melville con el mismo nombre de Les enfants terribles. Jean Cocteau que dirigirá algunas películas en este caso tomó el papel de la adaptación y diálogos; por lo que la adaptación es muy fiel al argumento de la novela. En el papel de los hermanos Paul y Elisabeth están Édouard Dermit y Nicole Stéphane. La película cumple bastante bien con su papel de surrealista y desconcertante. Los invito a ver este interesante film o a leer el libro. Quizás uno y luego el otro, pero eso sí, si se nos da por leer el libro es una buena idea hacerlo escuchando la canción Make believe del musical Show Boat, tal como Cocteau lo recomienda.
El orgulloso Dargelos que hería los corazones con un insoluble amor se metamorfoseaba en una muchacha tímida que Paul dominaría